domingo, 26 de octubre de 2014

Consecuencia

Sigue en la carne tumefacta, somnolienta, hinchada de pus, envuelta en plástico y en imágenes borrosas de Jasenovac o cualquier otro infierno que alguien imagine. Una herida invisible que fermenta en la mano sobre el corazón ausente, en las mareas que acarician la garganta y los bronquios, iluminando el cielo de la boca sobre el alambre de púas y el Modé Aní en voz baja, clavándolo en el pecho, los túneles bajo la piel tensa y la jauría de voces allí donde duelen los clavos y el óxido, cada miembro amputado y enterrado entre las hojas secas, a la vista de los niños en el horno.