Pensar en cada golpe estéril
para despertar las turquesas
del sueño.
Un muro donde el héroe se derrama
como se derrama el resto
de hombres tristes
hilvanando
excusas y profundidad abisal.
Mentiras que cosen nuestras vidas,
hubiera dicho.
Alrededor de la sangre y el hueso, envolviendo
la electricidad, la seda mínima,
cada aviso en el clavel
a la deriva, meciéndose
en la nuca.